La viga de Ohanes

Expediente administrativo procedente de los archivos del ayuntamiento de Ohanes de las Alpujarras. Se trata de un intercambio epistolar entre el maestro del pueblo y el alcalde a propósito de un problema arquitectónico referido a la escuela...obsérvense las fechas de cada una de las cartas.

Señor Alcalde de Ohanes de las Alpujarras:

Tengo el honor de poner en su conocimiento la inquietud que me produce ver la viga que media la clase que regento, pues está partida por medio, por lo cual el terrado ha cedido y ha formado una especie de embudo que recoge las aguas de las lluvias y las deja caer a chorro tieso sobre mi mesa de trabajo, mojándome los papeles y haciéndome coger unos dolores reumáticos que no me dejan mantenerme derecho. En fin, señor alcalde, espero de su amabilidad ponga coto a esto si no quiere que ocurra alguna desgracia con los niños y con su maestro, éste su muy seguro servidor. Dios Guarde a V. muchos años.

Zenon Garrido maestro de primeras letras de la localidad de Ohanes. Marzo de 1734

Recibido con gran extrañeza el oficio que ha tenido a bien dirigirme y apresuro a contestar. Es cosa rara que los agentes de mi autoridad no me hayan dado cuenta de nada referente a la viga, y es más, pongo en duda que se encuentre en esas condiciones, puesto que según me informa el tío Sarmiento no hará sesenta años que se puso, y no creo que una vez dadas esas explicaciones, que no tenía por qué paso a decirle que eso no son más que excusas y pretextos para no dar golpe. En cuanto a lo de los papeles que se le mojan y el reuma que se le avecina, puede muy bien guardárselos a aquellos en el cajón o en casa y ésta yendo a la escuela con una manta. No obstante lo que antecede, enviaré uno de estos días a alguno de mis subordinados que mire lo que hay de esto. Y ojo que si engañó le costaría estar otros seis años sin cobrar los quinientos reales de su sueldo.

Dios guarde a V. muchos años. Ohanes, 28 de noviembre de 1734. El alcalde Bartolomé Zancajo.

Sr. alcalde de Ohanes de las Alpujarras:

Tengo el honor de acusar recibo de su atento oficio de ayer, donde tiene a bien de poner en duda el estado de la viga. Desde mi oficio anterior, Sr alcalde, hace unos ocho meses, pasaron las lluvias del invierno, y yo siempre mirando la viga con la inquietud consiguiente. ¿Caerá o no caerá? Y así un día y otro, como si en vez de una viga fuera una margarita. Si V. no cree lo que le estoy diciendo, puede mandar dos personas peritas, o venir V. mismo dando un paseito, si no le cuesta mucha molestia, que yo no le engaño, más que darle una idea del estado de mi clase, me permito acompañarle un dibujo, tomado del natural, que le dará una estampa real de ella. Y de lo del sueldo, no creo que se atreva V. a tocar mis quinientos reales. En fin Sr. Alcalde, Dios le guarde muchos años los efectos de la viga.

Ohanes de la Alpujarra a 29 de noviembre de 1734. El maestro Zenón Garrido.

Señor maestro de primeras letras de la villa de Ohanes de las Alpujarras: Acuso recibo a su oficio de 29 de noviembre del pasado año, me parece excesiva tanta machonería en el asunto de la viga. Sepa el señor maestro, que si no le conviene la escuela puede pillar el camino e irse a otro sitio, que aquí, para lo que enseña, falta no hace. ¿Qué importan a estas gentes ni las vueltas que da la luna, ni que cuatro por seis son veintisiete, en que Miguel de Cervantes descubrió las Américas? Para coger un mancaje basta y sobra con tener fuerzas para ello. No obstante, como soy amante de la cultura y no quiero que digan que he hablao al maestro y no le trato como se debe, nombraré una comisión que informe sobre el asunto de la viga y si resulta que usted me ha engañado sa caio.

Dios guarde a V. muchos años. Ohanes a 15 de Octubre de 1735. El Alcalde Bartolomé Zancajo.

Informe:

Antonio Fuentes Barranco y Juan González García, maestros albañiles graduados de la villa de Ohanes de las Alpujarras, informan que; Personados en el sitio denominado u llamado, dicho sea con perdón, la escuela de este lugar, a las 12 de la mañana del día 15 de mayo del 1736 acompañados por el señor escribano de este Ayuntamiento, y mandados por el señor alcalde, opinamos, pensamos y creemos que la viga que ocupa el centro de la clase, aula o sala, que por estos tres nombres se le denomina o circunscribe, que la dicha viga no se ha movido, sólo se ha bajado cosa de diez o doce deos, amenazando sólo caer, pero nunca juntarse con el suelo aplastando a los que coja dentro. Pero como quiera que la madera es un cuerpo astilloso, tiene que crujir antes de pegar el golpetazo, dando tiempo a que se salven por lo menos siete u ocho. Por lo cual firmamos y no sellamos por no tener sello.
En Ohanes a la fecha arriba indicada. Antonio Fuentes, Juan Gonzalez.

Don Celedonio González García de García González, escribano de la villa de Ohanes de las Alpuxarras, partido de Uxíxar, reyno de Granada.

Digo, declaro y doy fe, de cuanto en esta información del maestro de primeras letras de esta localidad, sobre una viga que dice el primero al Sr. Alcalde, o sea el segundo, está partida en el techo de su clase. Mi información imparcial, desapasionada y verídico, como corresponde a mi profesión es el siguiente. Si la viga cae y amenaza peligro, puede ocurrir:
A) Que mate al maestro, en cuyo caso esta corporación se ahorrará los quinientos reales que le paga.

B) Que matase a los niños y no al maestro, en cuyo caso sobraba el maestro.
C) Que matase a los niños y al maestro, en cuyo caso sobraba ocurriendo en este caso, como se suele decir que mataban dos pájaros de un tiro.
D) Que no matase a nadie, en cuyo supuesto no hay porqué alargarse.

Examinados en derecho las causas y efectos que anteceden emito informe, honrado y leal, cumpliendo con ello un deber de conciencia.

En Ohanes de las Alpujarras a 15 de mayo de 1736. Celedonio González García.

Yo, don Joseph Sancho Mengibar, cronista oficial de la villa de Ohanes de las Alpujarras, declaro por mi honor ser ciertos los hechos que a continuación describo para que de ellos quede constancia en el Histórico Archivo de esta villa, lamentando que la índole de los mismos ponga un trágico hito en los bucólicos anales de este pueblo. El día 14 de octubre del año de Nuestro Señor Jesucristo, mil setecientos cuarenta, siendo alcalde de esta villa Don Bartolomé Zancajo y González Zancajo, y siendo las doce de la mañana, se hundió el techo del salón de la escuela de esta localidad, pereciendo en el siniestro el señor maestro de primeras letras Don Menón Garrido Martín y los catorce niños que en aquellos momentos daban su clase. Después de laboriosos trabajos fueron extraídos de los escombros los cadáveres de las víctimas y trasladados al depósito del Cementerio Municipal, acompañados del pueblo en masa...

Ohanes de las Alpujarras a 15 de Diciembre de 1740. Joseph Sancho

Accidente albañil

Explicación de un albañil a la compañía aseguradora que no comprendía, debido a la naturaleza de sus lesiones, cómo podía haber ocurrido el accidente
Este es un caso verídico cuya transcripción fue obtenida de una copia de archivo de la aseguradora.

Excelentísimos señores:

En respuesta a su pedido de informaciones adicionales declaro: en el item nº 1 sobre mi participación en los acontecimientos, mencioné: "tratando de ejecutar la tarea y sin ayuda", como la causa de mi accidente.
Me piden en su carta que dé una declaración más detallada, por lo que espero que lo que sigue aclare de una vez por todas sus dudas.

Soy albañil desde hace 10 años. El día del accidente estaba trabajando sin ayuda, colocando los ladrillos en una pared del sexto piso del edificio en construcción en esta ciudad. Finalizadas mis tareas, verifiqué que habían sobrado aproximadamente 250 kilos de ladrillo. En vez de cargarlos hasta la planta baja a mano, decidí colocarlos en un barril y bajarlos con ayuda de una roldana que felízmente se hallaba fijada en una viga en el techo del sexto piso.

Bajé hasta la planta baja, até el barril con una soga y, con la ayuda de la roldana, lo levanté hasta el sexto piso, atando el extremo de la soga en una columna de la planta baja. Luego, subí y cargué los ladrillos en el barril. Volví a la planta baja, desaté la soga, y la agarré con fuerza de modo que los 250 kilos de ladrillos bajasen suavemente (debo indicar que en el item 1 de mi declaración a la policía he indicado que mi peso corporal es de 80 kilos).
Sorpresivamente, mis pies se separaron del suelo y comencé a ascender rápidamente, arrastrado por la soga. Debido al susto, perdí mi presencia de espíritu e irreflexivamente me aferré más a la soga, mientras ascendía a gran velocidad.
En las proximidades del tercer piso me encontré con el barril que bajaba a una velocidad aproximadamente similar a la de mi subida, y me fue imposible evitar el choque. Creo que allí se produjo la fractura de cráneo.

Continué subiendo hasta que mis dedos se engancharon dentro de la roldana, lo que provocó la detención de mi subida y también las quebraduras múltiples de los dedos y de la muñeca. A esta altura (de los acontecimientos), ya había recuperado mi presencia de espíritu, y pese a los dolores continué aferrado a la cuerda. Fue en ese instante que el barril chocó contra el piso, su fondo se partió, y todos los ladrillos se desparramaron.

Sin ladrillos, el barril pesaba aproximadamente 25 kilos. Debido a un principio simplísimo comencé a descender rápidamente hacia la planta baja.
Aproximadamente al pasar por el tercer piso me encontré con el barril vacio que subía. En el choque que sobrevino estoy casi seguro se produjeron las fracturas de tobillos y de la nariz. Este choque felizmente disminuyó la velocidad de mi caida, de manera que cuando aterricé sobre la montaña de ladrillos sólo me quebré tres vertebras.

Lamento sin embargo informar que, cuando me encontraba caído encima de los ladrillos, con dolores insoportables, sin poder moverme y viendo encima de mí el barril, perdí nuevamente mi presencia de espíritu y solté la cuerda. Debido a que el barril pesaba más que la cuerda, descendió rápidamente y cayó sobre mis piernas quebrándoseme las dos tibias.

Esperando haber aclarado definitivamente las causas y desarrollo de los acontecimientos, me despido atentamente.